Vista de pájaro, o la práctica estoica de poner la vida en perspectiva

En ocasiones, las vicisitudes del mundo nos abruman y sentirnos que nos falta el aire, pero existe un ejercicio muy antiguo que calma la tormenta de nuestra mente.

Se trata de la «vista de pájaro» o «vista desde arriba», una técnica de visualización que los estoicos de las antiguas Grecia y Roma practicaban para aliviar la ansiedad, sumergirse en un estado de tranquilidad y ser conscientes del lugar tan pequeño (aunque significativo) que ocupamos en el universo.

Primer plano de gotas creando ondas en agua que invita a la meditación

Siempre a mano cuando lo necesitas

La vista de pájaro es una herramienta cognitiva y sutilmente profunda a la que puedes recurrir cuando desees, sobre todo en momentos de angustia, ansiedad, agitación social o conflictos en el entorno.  

En un principio, la premisa puede parecer demasiado simple, incluso obvia, lo cual es cierto y falso a la vez.  

Esta técnica, empleada por personalidades como Marco Aurelio, nos ofrece la oportunidad de distanciarnos de las preocupaciones inmediatas en cualquier momento y ver la realidad con una actitud más clara y objetiva.  

Para practicar la técnica, solo hay que hacer lo que su nombre indica: ver las cosas desde arriba, adoptar la perspectiva de un pájaro y elevarnos para contemplarlo todo desde lo alto.

Comenzamos observando nuestro propio cuerpo con la objetividad de una persona que mira a otra con curiosidad, preguntándonos ¿Quién es esta persona? ¿Cómo es? ¿A qué le da importancia? ¿Cuáles son sus prioridades? ¿A qué no le da importancia? ¿Qué cosas importantes ha hecho en su vida (buenas, malas o neutras)? ¿Cuál es su pasado? ¿Qué le ha traído a este preciso momento?

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Un paso más: de la persona al entorno

Una vez respondida la primera batería de preguntas, es el momento de ampliar el foco de observación —como ente omnipresente— para contemplar el entorno y las vidas que habitan en él.

Entonces, planteamos otra serie de preguntas. ¿Qué es este espacio? ¿Qué indican los objetos que contiene? ¿Qué tipo de vidas se llevan aquí? ¿Cómo se sienten en su interior y cómo interactúan? ¿En qué les beneficia esa dinámica? ¿En qué les limita? ¿Se cierran ante la perspectiva de desarrollarse? ¿Están dispuestas a abrir la mente?

Más allá del entorno inmediato

A continuación, ponemos el foco en todo el edificio. En su tamaño, los materiales, los detalles. La relación con los edificios que lo rodean. Empiezan a surgir indicios sobre la historia que cuentan. Evaluamos sus funciones. Los elementos señalan posibles significados de alcance infinito.

A continuación, ponemos el foco en la calle, fijándonos en las personas, los animales, las bicicletas, los árboles y las tiendas. Entonces, nos hacemos preguntas parecidas a las anteriores respecto a cada elemento que veamos. ¿Cuántos años tendrá ese gato? ¿Qué le preocupa a ese camarero? ¿Quién diseñó la puerta de ese garaje? ¿Esos vecinos se buscan o se evitan? ¿Quién de esta calle está en un momento vital más difícil ahora mismo? ¿Quién está en un momento vital mejor?

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La ciudad y más allá

La urbe y más allá La vista se expande. Ahora observamos toda la ciudad, su trazado, sus calles. Las zonas verdes y las partes en las que el verde ha sido subyugado por el hormigón. ¿Hay cursos de agua? ¿Fluyen o se estancan? ¿Qué formas de vida hay en ellos y adónde llevan?

Ahora, toda la región. El país. El continente. El planeta. Cada ampliación trae consigo nuevos pensamientos.

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Reubicación y ayuda

Reubicación y alivio Cuando estemos observando el universo desde un punto privilegiado en las estrellas, habrá ocurrido algo importante: habremos tomado perspectiva.

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